Pero hacia el segundo cuarto del siglo XIX se intenta revitalizar un género propio que hasta ahora no había tenido gran éxito: La Zarzuela.
La zarzuela española no es una ópera como tal, ya que intercala los fragmentos cantados con los hablados. Los argumentos de este género suelen ser cotidianos y cercanos al público, con notas cómicas abundantes. El lenguaje que se usa es también sencillo y asequible para espectadores sin grandes
conocimientos musicales.
Francisco Asenjo Barbieri es uno de los compositores que inicia la recuperación del género con la llamada "Zarzuela Grande", obras largas en tres actos con frecuente uso de coro y predominio de las partes cantadas. Estas obras contaban con un amplio despliegue de medios técnicos y escenográficos. Entre sus obras podemos destacar "El Barberillo de Lavapiés", "Jugar con Fuego" y "Pan y Toros".
A partir de mediados de siglo y en gran parte por motivos económicos, la zarzuela se hace más simple y popular. Se crea así el denominado "Género Chico", que se desarrolla en un sólo acto, reduce el número de personajes y el despliegue de medios. En este género predominan las partes habladas sobre las cantadas. Es por lo tanto una zarzuela más económica al gusto de las clases más populares.
Los autores principales de este género son Federico Chueca con zarzuelas muy conocidas, como "La Gran Vía" y "Agua, azucarillos y aguardiente", Tomás Bretón con "La verbena de la paloma" y Ruperto Chapí con "La Revoltosa" entre sus obras más destacadas.
Zarzuela "La Gran Vía"
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